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Fiestas de San Juan Evangelista

San Juan

Procesión San Juan por el Barrio de Atienza

San Juan

Tradicionales Galopeos llenan las calles de verde y rojo

San Juan

Danza del Diablo

  • Junta General o Cabildo de la Hermandad de San Juan Evangelista:

La junta general, llamada antiguamente cabildo, es el órgano decisorio más importante de la hermandad. Está formada por el conjunto de juanistas, y los acuerdos se toman por mayoría simple de votos. La junta general elige a los cargos directivos y a la Comisión encargada de organizar la fiesta. La junta general tiene lugar una vez al año y se celebra en el primer cuatrimestre del año.

Esta fórmula de gobierno, compuesta de junta general y comisiones es antiquísima, y ya era utilizada por la hermandad en el siglo XVII. El nombre de cabildo es equivalente al de reunión de hermanos, por tanto, si la hermandad era conocida como Cabildo del Glorioso San Juan Evangelista es porque los acuerdos se tomaban en una asamblea, donde todos los hermanos tenían voz y voto.  De aquella época se han conservado algunas actas de juntas, conservadas en el libro de la hermandad.
En la actualidad, cada año se celebra una única junta o cabildo, en la que se analizan las cuentas presentadas por la comisión y se tratan los temas relacionados con la fiesta. Antiguamente se celebraban más asambleas a lo largo del año. Una reunión tenía lugar antes de la fiesta y otra el día de la Transfiguración (6 de agosto) cuando se elegían los cargos de gobierno. Esta fecha tenía un carácter simbólico, pues igual que Cristo eligió, entre sus apóstoles, a San Juan, Santiago y San Pedro para que fueran testigos del Tabor, el cabildo elegía, entre sus miembros, a sus cargos directivos

 

Imagen Antigua

Fue realizada en 1792 por Julián de San Martín, uno de los mejores escultores de ese periodo en España, académico de mérito de la Real Academia de San Fernando, de Madrid.

La imagen fue adquirida por el Cabildo de San Juan en el año 1792. Según Amor Calzas, el coste de la escultura fue de 500 pesetas, lo que era una considerable suma de dinero en aquella época.

Destruida la mayor parte de la misma en la Guerra Civil, ha sido reconstruida aprovechando el busto, la mano, los tinteros y la pluma originales. Los trabajos de restauración y reconstrucción han sido realizados por el escultor sevillano Fernando Aguado Hernández en el 2012 con motivo de los 500 años de Historia de la Hermandad.

El trabajo ha consistido en la restauración de dichos restos (sin incluir de nuevo ojos de cristal para no dañar más la obra) y en la reconstrucción de la obra en madera de cedro con la dificultad añadida de no tener referencia alguna de proporciones ya que sólo podía basarse en las fotografías antiguas de visión frontal y un grabado, por lo que toda la zona posterior y laterales es una creación respetuosa con la estética y modelado de la obra original.

La imagen original estaba tallada en madera de pino Flandes, mientras que las partes añadidas se han realizado en madera de cedro.

La reconstrucción sigue la traza de la misma pero incluyendo matices en los ropajes que hacen diferente la obra perdida de la nueva. La policromía de la obra está realizada en acrílico, siguiendo exactamente la misma tonalidad de rojo y verde agua que se conservaba en el busto, colores muy utilizados en el siglo XVIII y que podemos comparar con los que aplicaba de Luís Salvador Carmona en muchas de sus obras. Sin duda alguna la mayor dificulta no estaba tan sólo en modelar los paños con acierto, sino en proporcionar correctamente la nueva obra al busto original, que de la sensación de que el Santo vuela apoyado en el ala del águila, y que éste con el animal, se posa sobre el caldero, siendo este último una pieza independiente.

En la reconstrucción se han añadido dos recipientes a modo de reliquia, uno con tierra de los Santos Lugares, donde San Juan nació y acompañó a Jesucristo, y otro con tierra de su tumba en Éfeso.

La orfebrería ha sido restaurada por Orfebrería Andaluza, realizando un nuevo aro de estrellas réplica del que se perdió.La reconstrucción del templete ha sido una obra magistral de carpintería de Enrique Gonzalvez González y de talla de Francisco Verdugo.

La figura del Santo, apóstol y evangelista, es representada con sus atributos iconográficos característicos: es la imagen de un hombre joven, apuesto e imberbe. Aparece vestido con túnica y manto abrochado sobre el hombro izquierdo. Está sentado sobre la figura del águila, animal que a su vez se apoya sobre un enorme caldero atizado por un fuego de leños ardientes.

Este apóstol sujeta la pluma con la diestra, en tanto con la otra mano sustenta el tintero. El rostro del santo se eleva ligeramente, con la mirada perdida hacia el infinito, en el momento de recibir la inspiración divina para redactar el Evangelio.

Iconográficamente esta imagen se definiría como la de San Juan ante la Puerta Latina (ante Portam Latinam), recordatorio del suplicio que le fue infligido: habiendo sido san Juan llamado a Roma por el emperador Diocleciano, el santo se negó a adorar a las deidades paganas, por lo que Diocleciano le impuso como castigo el que le rasuraran la cabeza (motivo de vergüenza pública) y a ser sumergido en un caldero de aceite hirviendo (castigo habitual aplicado a los falsificadores de moneda). El lugar del escarnio sería el habitual de la época: delante de una de las puertas de la ciudad de Roma llamada “Puerta Latina”. Para sorpresa de todos, el santo no sólo no salió frito del baño en el aceite hirviendo, sino que resultó rejuvenecido tras el mismo. A pesar de salir del suplicio indemne, la Iglesia lo ha considerado como un mártir más.

El Evangelista está representado con el águila, otro de sus característicos símbolos que lo suelen acompañar e identificar, y que guarda relación tanto con las palabras iniciales de su evangelio como por el hecho de ser éste el único animal que le acompañaba, como doméstico, en su destierro en la isla de Patmos, lugar en el que redactó su texto bíblico y donde el animal le haría las veces de pupitre, escribiendo sobre sus alas. En esta misma isla san Juan recibió la visita de la Virgen Coronada de estrellas con el Niño en brazos, descendiendo de los cielos.

Julián de San Martín nació en 1762 en Valdecuesta (Burgos) y murió en Madrid en 1801. En 1781 obtuvo el primer premio ex aequo (junto con Meana) de los premios de escultura de segunda clase convocados por la Academia con su obra “Esaú y Jabob”, un medio relieve que se conserva en esa institución. En el año 1786 es nombrado Académico de mérito. En 1797 fue designado teniente director de la sección de escultura de la Academia, según datos encontrados en el Archivo de la Real Academia de San Fernando (sección escultura, E, 137).

La talla denota la formación y el gusto academicista de su autor, siendo una pieza de notable factura e innegable elegancia. Tanto por las fotografías que conocemos como por los restos de la talla que nos han llegado, se observa la delicada hechura de los detalles del rostro, cabello y manos, meticulosamente trabajados, así como los pliegues de la túnica y del manto, en una composición general de la obra que conjuga con belleza la rotundidad estática del evangelista con la sensación de desequilibrio propia de la inestabilidad de su asiento imposible.

Los escultores de la Academia, obsesionados por lograr el dominio de la técnica, solían desposeer a sus obras de toda clase de pasiones, de los sentimientos mundanos, admitiendo únicamente un suave reflejo de melancolía. Por otro lado, procuraron lograr en sus esculturas suaves efectos lumínicos y rechazaron los pictóricos y el claroscuro demasiado dramático, características que se constatan en esta obra.

Mutilada por la incultura de los tiempos, sólo una pequeña parte ha llegado hasta nuestros días: el busto, una mano, dos tinteros y la pluma. No obstante, el rostro ha perdido parte de la expresión original debido a que los ojos de pasta vítrea y la nariz fueron amputadas en 1936. La calidad de la talla se manifiesta en el tratamiento de los cabellos y de la boca, donde perviven unos delicados labios y unos dientecitos tallados en su interior.

La talla representa, al tiempo, dos acontecimientos diferentes, por un lado, el martirio ante la puerta Latina, cuando fue introducido en un caldero de aceite hirviendo, y por otro, la escritura del Cuarto Evangelio. Aunque toda la estructura se sustenta sobre la tina, la apariencia del rostro y el cuerpo en general no expresan el desagradable momento del martirio, sino que manifiestan serenidad y delicadeza. El Santo, sentado sobre el águila, sujeta con una mano la pluma con la que escribió el Evangelio y con la otra el tintero. La mirada lejana, dirigida hacia el Altísimo, huye de la tensión y nos aproxima a un momento de serenidad, donde la mente del Evangelista ha quedado en blanco al tiempo que recibe la inspiración divina. Con ello se huye de la teatralidad del barroco y el artista nos introduce en las nuevas tendencias neoclasicistas propugnadas por la Academia, de la que era uno de sus miembros más importantes.

Para la imagen se construyó una excelente capilla por los mismos años, atribuida al arquitecto Mateo López, con retablo de Pedro Evangelio.

Imagen Nueva 

Destruida parcialmente la imagen antigua en 1936, no se celebraron procesiones de San Juan hasta mayo de 1939. En ese año, gracias a la devoción y esfuerzo de los juanistas, fue recuperada la hermandad y se organizó una procesión con el estandarte, que milagrosamente sobrevivió del desastre, y sin imagen procesional.

En 1940 doña Josefa Moreno encargó la imagen de escayola que actualmente preside el altar mayor de la iglesia de San Nicolás.

Se trataba de una escayola inspirada en una talla conservada en la parroquia de Ginés de Madrid.

Debido al deterioro que sufría la imagen de escayola en los años 80, la hermandad decidió realizar una copia de la misma en madera que fue bendecida por don Pedro Heras Mateo el día 2 de mayo de 1991. Esta imagen ha sido la que ha procesionado desde ese año hasta hoy.

La imagen, encargada al escultor José Rodríguez, es una talla de bulto redondo, en la que el Evangelista aparece de pie, portando la pluma y el libro del cuarto Evangelio. La mirada se dirige ligeramente hacia arriba, recibiendo la inspiración Divina para escribir las Sagradas Escrituras.

Elementos importantes de esta imagen son el excelente trabajo de policromado de la túnica, los bellos pliegues, el rostro, con los rasgos propios de la escultura moderna, y la dorada corona, decorada con rocalla.

Los gastos de la talla fueron sufragados por una juanista anónima.

Actos: 

SIGNIFICADO: Se celebran para enaltecer la figura de San Juan Evangelista, patrón del Barrio de Atienza de la ciudad de Huete.

IMPORTANCIA: En la actualidad, las fiestas se mantienen gracias a la aportación económica de los juanistas. Gracias a todos ellos, las fiestas se celebran con la suntuosidad necesaria.

FECHAS: Se celebran en el fin de semana que  coincide con el segundo domingo del mes de mayo, y duran cuatro días (Viernes: Día de la Víspera; Sábado: Día de San Juan: Domingo: Día de San Juanillo; y Lunes: Día del Concierto).

INTERÉS TURÍSTICO: La fiesta de San Juan es una buena escusa para visitar la ciudad de Huete, conocer la hospitalidad de sus gentes, alojarse en alguna de sus casas rurales, y por supuesto, conocer una de las fiestas más divertidas, interesantes y originales de la geografía nacional. Los actos que se celebran son netamente originales y prácticamente exclusivos de la ciudad de Huete. De hecho, cuando Huete era cabeza de un amplio partido, extendió sus costumbres a otros pueblos de la zona. Ejemplo de ello son las loas y danzas de endiablada, presentes en Almonacid del Marquesado, Palomares del Campo o Valdecolmenas de Abajo.

NOVENARIO Y FUNCIONES RELIGIOSAS
Durante los días previos se celebran nueve misas y nueve novenas. El novenario actual fue compuesto en 1803 por frey Julián Antonio de Alique y Estaban. En estos actos religiosos se cantan gozos y coplas dedicadas a San Juan, compuestas por músicos optenses.

DIANAS CON DULZAINA Y TAMBORIL
Durante las mañanas del viernes, sábado y domingo, la dulzaina y el tamboril recorren las calles de Huete con músicas ancestrales.

DIANAS CON BANDA DE MÚSICA
Las mañanas del sábado y domingo, la banda de música interpreta pasodobles y marchas por las calles de costumbre. Durante el recorrido se realizan varias paradas donde son agasajados músicos y asistentes. También se visitan los mejores patios de las casas solariegas de Huete.

RECOGIDA DE AUTORIDADES
El sábado, antes de la procesión, y el domingo, antes de la misa de acción de gracias, la banda de música se viste con sus mejores galas para recoger y rendir homenaje a las autoridades civiles y militares en la plaza del Reloj, donde estuvieron las casas consistoriales. La solemnidad del cortejo y el ritmo de la música marcial hacen de este tradicional evento uno de los más importantes de las fiestas.

PROCESIÓN
Sin duda alguna, el momento más brillante de la fiesta es la procesión. La imagen sale de la iglesia Real de San Nicolás de Medina precedida por el estandarte y banderas de la hermandad, así como de la cruz de Santa María de Atienza y los dos cetros. Las vivas constantes al Santo y las marchas procesionales interpretadas por la Banda de Música, son los elementos más característicos de una de las procesiones más hermosas de la Región. También emotivas son las paradas o estaciones en las que el Santo descansa y escucha las coplas de sus devotos y los vivas más calurosos.

GALOPEOS
Constituyen el acto más característico de las fiestas, donde, al ritmo de marcha militar, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y mayores, bailan agarrados de la mano en corros. Los galopeos duran una hora aproximadamente, y alternan el ritmo del tambor con el de las marchas, sin descansar un instante. Se inician con la marcha de Los generales y finalizan con la Dolores, una obra de carácter popular que se hizo famosa en los años sesenta. Especialmente emotivos son el galopeo de entrada de la música y el de despedida, que incorporan las banderas de la hermandad y son los de mayor duración.

TUNA
Al son de la dulzaina y tamboril se danza este baile tradicional, denominado antiguamente galopeo. La dificultad de su ritmo desenmascara a aquellos que están de visita en las fiestas. Recibe este nombre por ser fomentado por los tunos de San Juan.

DANZA DEL DIABLO
Es una de las danzas más importantes de la Región, ganadora de diferentes premios folclóricos, que representa la lucha entre el bien y el mal, donde, al final, el diablo es apresado por intercesión de San Juan Evangelista. Aunque ya se bailaban danzas en las fiestas de 1620, la primera vez que se menciona la existencia de la danza de endiablada es en 1816, cuando el Barrio obsequió con las mismas al rey Fernando VII durante su visita a Huete. No obstante, el tema de la lucha entre el bien y el mal ya se constata en el siglo XVII, cuando se documenta la presencia de una loa como prólogo a las danzas.

CONCIERTO
Uno de los actos de mayor trascendencia cultural es el concierto de música clásica que interpreta la banda, que tiene lugar el lunes en la Plazuela de San Juan.

VAQUILLAS Y PÓLVORA
Otro elemento tradicional son las vaquillas o torillos de fuego.

VERBENAS
Hasta altas horas de la madrugada se celebran verbenas desde el jueves hasta el lunes. Para los que aguanten, las verbenas permiten llegar hasta el inicio de las dianas, permitiendo continuar la fiesta a los más jóvenes.

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