Desde tiempos medievales el Concejo dispuso de un reloj para gobernar y organizar la vida de los ciudadanos de Huete.
Este edificio fue creado exprofeso para servir al reloj, es decir, no tiene otra función que la de albergar el reloj principal de la ciudad, aunque en el momento de su construcción —finales del s. XVIII— fue la sede del ayuntamiento del municipio. La importancia de este monumento, además de ser uno de los más simbólicos de Huete, es que sirve para flanquear una de las 10 puertas de la muralla de la ciudad, el arco o puerta de Almazán.
En un principio se ubicó en lo alto de la cuesta del Mercado, sobre un cubo de la muralla. La torre actual fue diseñada en 1795 por el arquitecto de la ciudad de Cuenca, Fernando López. La ejecución de las obras fue encomendada a Francisco de Toledo, que culminó los trabajos en 1805 siguiendo fielmente el proyecto. Su arquitectura conjuga con gran acierto elementos del Barroco tardío con otros del incipiente Neoclasicismo. De especial belleza son los dos últimos cuerpos y el original remate en linterna, que sirve para albergar la campana gótica del antiguo reloj, que durante siglos ha regido la vida de los optenses.
