Las aguas del río Borbotón han sido tradicionalmente aprovechadas para el riego de un buen número de huertas familiares que, asentadas en su vega, han abastecido a la ciudad de frutas y verduras. Aguas que, en otro tiempo, también movieron máquinas de fábricas de harinas, papel o lanas y molinos. El paseo que se sugiere discurre junto a estas huertas cuyos topónimos recuerdan hoy los días de riego: Martes y Jueves.
Junto a ellas pueden observarse los típicos árboles de ribera como el chopo o álamo, en los que es fácil ver y escuchar a las aves más características de la zona como las palomas torcaces, alondras, jilgueros, etc…
El itinerario comienza bajo los viejos chopos del camino que bordea la carretera de la estación. A un lado y al otro, las huertas. Alguna con nombre tan sonoro como el de Tambaila, frente a la cual el paseo gira a la derecha pasando bajo las peñas de arenisca que sirvieron como canteras para la construcción de los edificios más notables de la ciudad. Cerca se sitúa el cerro de Alvar Fáñez o Varáñez, en cuya cima se conservan restos de un importante asentamiento ibero-romano.
Al pie del camino se abre la Choza de la Jota, una de las muchas excavadas en las rocas areniscas que servían de refugio a pastores, agricultores y hortelanos. El recorrido continúa hasta el llamado Puente del Escalón, construido bajo la vía, en el que arrancaba el antiguo sendero a Langa.
Aquí se inicia el retorno a la ciudad, bordeando la margen izquierda del río, encontrándonos en primer lugar la antigua fábrica de papel, más adelante la Peña Palomar, acabando en el Parque de la Chopera.